domingo, 12 de octubre de 2008

No pudo ser

No pudo ser. Cuando estábamos todos casi convencidos de que Pilar iba a conseguir por fin vencer en esa lucha que mantenía con el cáncer, sobre todo después de la operación a la que fue sometida el pasado día 8 de septiembre, una metástasis fulminante, que se desarrolló en apenas unas horas (no sabemos exactamente si unas horas o unos días), hizo que dejara de respirar el día 29 de septiembre, al filo de las 18:30 de la tarde. A los que estuvimos allí con ella hasta el último momento, su madre, mi padre, su prima Asun y yo mismo, nos queda al menos el consuelo de que no sufrió nada, en ningún momento. Cuando empezó a respirar ligeramente mal, le pusieron una sedación que consiguió que muriera de una forma serena, indolora, como si se hubiera quedado dormida.

Esta es por tanto la última entrada de un blog que era de ella, que tenía sentido mientras estaba con nosotros, pero que lo pierde ante lo que ha ocurrido. Lo siento profundamente por todas aquellas personas que veían el blog como un canto a la esperanza, al optimismo, a la lucha, a la fe en la vida, porque aunque durante todo este tiempo lo ha sido, y aunque a mi me gustara que esta última entrada también lo fuera para todos los que conocimos a Pilar, comprendo que hay personas que no van a tomárselo así. A los que sufrís o habéis sufrido la enfermedad, creo que os va resultar muy duro leer en esta entrada que Pilar ha fallecido, pero quiero deciros también que el tipo de cáncer que tenía Pilar era de los más terribles y devastadores que se suelen dar, y que aún así, su lucha la llevó a disfrutar durante un año y medio de su familia, de sus amigos...De su vida, en definitiva. He escuchado varias veces a lo largo de estos días “tanta lucha, y al final...”. No comparto ese punto de vista. La lucha de Pilar la llevó a superar durante el primer año un cáncer terrible, y a vencer como si nada un tumor en el pulmón de tres centímetros de diámetro. Ha tenido muy mala suerte durante la tercera batalla, pero poco antes de fallecer, apenas dos meses antes, disfrutamos todos (Pilar, Sergio, mi hermana Laura, Javier, mi cuñado, Adrian y Héctor, mis sobrinos) de un viaje a Alemania en el que Pilar se lo pasó en grande, haciendo lo que más le gustaba, que era viajar. Durante un año y medio ha mantenido una fortaleza de espíritu y una alegría que otras personas, en sus circunstancias, no habrían conseguido mantener. Durante el último año y medio nos ha dado, a su familia y a sus amigos, una lección de vida, de lucha y de filosofía vital que permanecerá con nosotros a lo largo de toda nuestra vida. No creo que haya luchado Pilar “para nada”. El cáncer se la ha llevado finalmente, pero la huella de su fuerte personalidad perdurará entre nosotros durante mucho tiempo. El dolor es terrible, pero pasará, y todos los que la hemos tratado saldremos más fortalecidos, más luchadores, mejores personas, en definitiva. Nos queda el consuelo de que ha conservado la sonrisa y el sentido del humor hasta el último día, de que nos ha abandonado de una forma sencilla, sin estridencias, tal y como ella acostumbraba a hacerlo todo.

El lunes por la noche, y el martes, en el tanatorio, hasta la incineración en la Almudena a las siete de la tarde, se vieron muchas lágrimas, mucho dolor, mucho desgarro. La familia comentaba, algunos días después, que nunca habían visto llorar a tanta gente por una persona fallecida. Familiares, amigos, compañeros míos de trabajo... Y también los dueños de la pastelería, la peluquera de toda la vida, vecinos, incluso los amigos que me llamaron por teléfono ese día y durante varios días después... Durante la ceremonia que se celebró en el tanatorio por la tarde, se llenó la capilla, bastante grande por cierto, algo que yo nunca había visto en ningún otra ceremonia de esas características. No puedo comparar, porque nunca he vivido un fallecimiento con tanta carga emocional para mi como el de Pilar.

El día del funeral, el pasado jueves 9 de octubre, estuvimos también acompañados por un gran número de personas. Tanto Sergio como yo habíamos empezado esa semana, él el colegio y yo el trabajo, y la actividad ayuda a que la cabeza esté ocupada en otras cosas. Nos mantuvimos juntos en el pasillo central de la Iglesia, recibiendo los saludos y abrazos de parientes, amigos, vecinos y compañeros, tanto míos como suyos. Haber pasado ese momento al lado de mi hijo, que se mantenía con una entereza y una fortaleza dignamente heredada de Pilar, supuso para mi un enorme privilegio. Los padres de Pilar, que han sufrido lo indecible desde que le diagnosticaron el cáncer a su única hija, estaban también con nosotros, y también muy enteros, aunque en uno de los laterales de la Iglesia. Al verles a ellos, a Sergio, a mis propios padres, a mis hermanos y a los familiares de Pilar más cercanos, con esa entereza, con esa paz y con esa fortaleza de espíritu, me di cuenta de que el inmenso dolor que habíamos sentido unos días antes estaba empezando a remitir, a ceder su lugar al recuerdo. Supe en ese momento que Pilar estaba allí, en la iglesia, mirándonos a todos los que estábamos allí congregados en su honor, y pensaba “¿pero porqué estáis todos tan serios?. Por el amor de Dios, sonreíd un poco, que tenéis cara de funeral...”. Es lo que a ella le habría gustado, y eso es algo que llevo practicando en mi vida cotidiana con verdadera intención durante todo el tiempo que llevo sin ella. “Es lo que a ella le habría gustado”.

¿Qué era exactamente lo que más apreciábamos en Pilar los que la conocíamos?. Es algo que me he preguntado muchas veces a lo largo de estos últimos años. Independientemente de que yo la quisiera, algo que indiscutiblemente influye, muchas veces me planteaba qué era de ella lo que podía atraer a los demás. Pilar no era precisamente un dechado de belleza física (yo tampoco, que conste, aunque los dos gozáramos de una gran belleza interior), pero tenía una facilidad enorme para caer bien a la gente. ¿Porqué?. Por varias razones, que se concatenan para formar una personalidad importante, atrayente, sugerente y de la que aprender. Una personalidad en la que lo más importante era eso, su fuerte personalidad, su riqueza interior, guardada en una “cáscara”, como decía ella, que no era importante. “Lo importante es lo de dentro”, repetía siempre. Pilar atraía porque era, en primer lugar, inmensamente respetuosa con todo el mundo. Es una frase que también se ha escuchado mucho a lo largo de estos días. “Es que Pilar no hablaba mal de nadie”. Es verdad, os lo juro. Ni siquiera en la intimidad. A veces me afeaba la conducta cuando yo criticaba la actitud de algún conocido.

Ese respeto a los demás la llevaba a la tolerancia, otra de sus características. “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Es una frase de Voltaire, que algunos conocéis porque la utilizo en algunos foros en los que participo. Es plenamente aplicable a Pilar, hasta el punto de que podría ser suya. Pilar era tolerante hasta el punto de que consiguió reunir en su despedida a ateos, agnósticos, protestantes y hasta a algún musulmán. Esto no deja de ser una tontería, porque a la hora de despedir a alguien todo el mundo está ahí, pero que Pilar era tolerante está demostrado, y todos los que la conocíais sabéis de sobre que es así.

Pilar era también una persona completamente autónoma. Durante muchos años he estado trabajando fuera de nuestro hogar, y en ningún momento se ha resentido la familia, sino más bien todo lo contrario. Eramos capaces de conservar cada uno nuestra parcela de individualidad, incluso estando juntos, algo que mucha gente de nuestro entorno admiraba profundamente.

¿Qué era, pues, resumiendo, lo que atraía de ella?. Hablo por mi, y creo que estoy en lo cierto: su bondad. Su infinita bondad. Pero no una bondad pacata, no, de esa que se relaciona con la tontería. Los que la conocíais directamente sabéis de sobra que Pilar era buena, pero que no tenía un pelo de tonta. Poco a poco, silenciosamente, sin estridencias, con entereza y con una fortaleza digna de los titanes de la antigüedad, Pilar ha conseguido lo que se había propuesto en esta vida. Una vida plena, una familia que la adoraba, una casa completamente decorada a su gusto, un entorno, en fin, verdaderamente ejemplar. Un entorno que ella manejaba con una soltura admirable, con una fortaleza digna de elogio, y con una inteligencia que se salía de lo normal. Y todo lo consiguió ella, que conste, poniendo yo de mi parte, por supuesto, pero siempre bajo su dirección. Pilar ha hecho lo que siempre ha querido hacer. No hemos vivido con grandes lujos, ni nos hemos obsesionado por conseguirlos (otra característica de Pilar: la absoluta falta de envidia hacia cualquier cosa material), pero todos los años hacíamos varios viajes, que como ya he dicho antes, era lo que más le gustaba. De vez en cuando se daba un capricho, algún bolso, un vestido o unos zapatos bonitos. Sergio es un niño (ya está dejando de serlo) que jamás nos ha dado ningún problema, que hasta el momento está demostrando ser un digno hijo de su madre, respetuoso, maduro, inteligente, y con una característica nueva que nos está demostrando estos días: su fortaleza, calcada de la que tenía su madre. ¿Qué más se puede pedir?. Como decía el sacerdote en la ceremonia del tanatorio, hay personas que viven más años, pero no por eso quiere decir que hayan tenido una vida plena. Pilar la ha vivido, y aunque a todos nos hubiera encantado que hubiera seguido entre nosotros durante bastantes años más, el balance final ha sido muy positivo.

He escuchado otras frases durante todos estos días que me han dado también bastante que pensar. “La vida es injusta”, “con tanto cabrón como anda suelto, le ha tenido que tocar a ella”... Y otras del mismo estilo. Algunos creyentes de nuestro entorno han llegado incluso a planearse la existencia de Dios. Es cierto. Puede verse desde ese punto de vista. Ya sabéis que Pilar y yo teníamos nuestras ideas más o menos al respecto, pero que en cualquier caso respetábamos las de todo el mundo, y hasta para los creyentes que han dudado, para los de los “cabrones que andan sueltos”, podría buscarse un argumento. Haced un ejercicio de imaginación. Puede que exista un Dios, y que esté allí arriba, el hombre, con su barba blanca, viendo a Pilar todos los días, y que un buen día se le ocurra una idea. “¿Qué hace esa joya de persona en medio de ese mundo de miserables?. Me la voy a traer para aquí arriba, a ver si me pone un poco de orden en este circo”. ¿Porqué no podría ser así?. El pensamiento es libre, amigos, y seguro que cada uno, buscando un poco, encuentra una explicación a algo que parece no tenerla. Las hay para todos los gustos, o no hay ninguna. Como queráis.

Así que nada, ha llegado la hora de despedir el blog. Lamento que esta última entrada no haya tenido el aire festivo y jovial que solían tener todas, pero estoy seguro de que lo comprenderéis. A los que no habéis conocido personalmente a Pilar, espero que os hayáis podido hacer una idea, aunque minúscula, con este blog. Insignificante, comparado con la riqueza de su personalidad y su trayectoria vital, sobre las que podrían escribirse varias enciclopedias, pero sincero y revelador en algunas ocasiones. A los que la habéis conocido y la habéis llorado junto a mi durante estos días...Pues nada, ¿qué queréis que os diga?. Que tratéis de imaginaros a Pilar, como ya lo estoy empezando a hacer yo, con esa inconfundible voz que ponía cuando nos echaba una regañina, diciéndonos, desde esté donde esté: “¿Pero es que vais a seguir llorando mucho tiempo?. Venga, so vagos, poneos ya a poner en práctica todo lo que os he enseñado a lo largo de mi vida”. Y es verdad. Nos ha dado una lección de vida tan enorme, que no sé si llegaremos algún día a aprobar el examen con la matrícula de honor con lo que lo ha hecho ella. Deciros también que Pilar sigue con nosotros, y que está en Sergio. Su forma de actuar me recuerda cada vez más a la de su madre.

Quiero agradecer la inmensa ayuda y apoyo que he recibido, durante la última fase de la enfermedad, de una persona que participa en varios foros, a la que no conozco personalmente, pero que me ha enviado mensajes privados que me han ayudado a sobrellevar la carga con entereza y una gran carga de sensibilidad. Me refiero a Blanca Miosi, gran escritora y mejor persona. En este mismo sentido, agradecer a Corazonacar, Charo Bolívar y Andrés Pons, además de a todos los amigos de la página de Yoescribo, su ayuda también, con mensajes, apoyo, consejos y hasta palabras en la radio por parte de Andrés. Y a tantos y tantos amigos, familiares y compañeros, que habéis estado a mi lado, llorando conmigo, en estos terribles momentos de dolor, gracias, gracias y mil veces gracias.

Víctor, amigo, algún día nos beberemos una botella de tequila en homenaje a Pilar, no te quepa duda. Carmen, Pilar sigue siendo en nuestros corazones “la mujer que corre con los lobos”. El blog comenzó con esa frase tuya, tan emotiva, tan sugerente, y justo es que termine con otra, la frase que me has regalado de Bourdakian, que también me ha llegado al corazón, y que me has enviado estos últimos días. Me parece lo más acertado para finalizar, y es realmente lo que quiero que hagáis todos:

“No llores porque las cosas han terminado; sonríe porque han existido”.

Un fuerte abrazo a todos, y un beso para ti, Pilar.