martes, 24 de junio de 2008

Grandes esperanzas


Nos despierta el habitual trasiego de los hospitales, las aperturas de puertas de las habitaciones, el ruido de los carros de limpieza y una enfermera, en concreto, que le coloca a Pilar un termómetro a eso de las siete de la mañana. Hemos dormido como auténticos ceporros, con pocos episodios esporádicos de crisis de nervios de Pilar a causa de mis ronquidos. El sofá resulta verdaderamente cómodo, y Pilar dice que también ella ha descansado bastante, aunque existen determinadas posturas en las que le duele la zona baja.

El suegro se presenta pronto, con el periódico que regalan en el metro. Es la primera de sus puntuales visitas matinales. Al parecer, el Alto Estado Mayor ha establecido que, salvo excepciones, el suegro viene por la mañana y la suegra por la tarde. Siempre se me han escapado las razones que mueven al Sanedrín a fijar sus operativos, así que tampoco indago mucho. Después de discutir un rato sobre la mejor combinación para llegar desde casa hasta la clínica, se sienta en el sofá y se lee el periódico entero, desde los anuncios hasta los programas de televisión, pasando por las noticias.

Yo he bajado a desayunar a la cafetería, situada a la derecha de la entrada. Lo primero que hago es solicitar cambio para disponer de monedas en abundancia para el papelito. El camarero me cambia, pero me señala también un cartelito en el que alguien ha escrito en Word “no disponemos de cambio para los parquímetros”, para que no se me vuelva a ocurrir la desfachatez de pedirle cambio. Al cabo de un rato, cuando ya voy por la segunda porra, aparece R..., uno de los encargados de la cafetería, bastante mayor que el camarero que me ha atendido. Un personaje curioso del que hablaré con bastante asiduidad.

Pilar me está esperando para dar un paseo. Nos acercamos a nuestra cristalera favorita. Por pura casualidad, hemos llegado justo a la hora del recreo. El patio está lleno de niños con baby de los que ya no se llevan, de esos azules como los que vestíamos nosotros de pequeños. Nos quedamos extasiados viendo evolucionar a esos niños, por espacio de más de un cuarto de hora, en el pequeño patio de recreo. Niños a los que rápidamente bautizamos como “niños mundi”, en claro homenaje a esa atracción de Eurodisney y del Parque de Atracciones de Madrid, consistente en un lento viajecito en barco a través de todas las naciones de la tierra, representadas por muñecos de niños, todos con la misma cara, pero con los rasgos que se suponen diferenciadores entre una zona del mundo y otra. Pasamos un buen rato, como dos gaznápiros, viendo al rubito ese que ha colado la pelota en el tejado, y al gordito que tropieza, y a uno que le ha dado un tirón de orejas a una niña con coletas. Estamos tan pegados al metacrilato (no es cristal, sino metacrilato), que nuestro aliento forma sobre el pequeñas nubes que aparecen y desaparecen. Una forma tan inocente como otra cualquiera de matar el aburrimiento. Sabemos que G... no nos va a visitar por la mañana, porque los miércoles opera, así que tenemos todo el tiempo del mundo para estas tonterías y otras que nos vamos inventando sobre la marcha. En ese campo, Pilar y yo somos unos auténticos especialistas. Lo que no se le ocurre a uno se le ocurre al otro, y cuando empezamos a hilar chorradas en plan ganso no hay quien nos iguale.

Abandonamos momentáneamente a “niños mundi” para volver a la habitación, a ver qué ocurre. Un par de enfermeras vienen a arreglarla, y nos ponen más o menos al día de las actividades que se desarrollan en la clínica. Al parecer, muchas mujeres vienen a operarse de las narices, lo que explica el siniestro aspecto de una de las pacientes con la que nos hemos cruzado en el pasillo, con una especie de cruz blanca hecha con vendas tapándole la cara, y un rodal morado oscuro que le abarcaba incluso los labios y los ojos.

Descubro también, en esta fase de investigación provocada por el aburrimiento, que el edificio de enfrente no es otra cosa que una residencia de estudiantes femeninas, al parecer sin derecho a frigorífico, por lo que las pobres se ven obligadas a dejar sus preciados y necesarios productos lácteos en el antepecho de la ventana. En una de las ventanas observo a una chica, de dieciocho o diecinueve años, que estudia concentrada bajo la luz de un flexo metálico.

Por la tarde viene G... vestido de traje de luces, con su uniforme de cirujano de color verde y algunas manchas que delatan su sangrienta vocación. El hombre suda por todos sus poros, sin duda cansado a causa de la dura actividad de ese día. Nos dice bastantes cosas, entre otras que el ecógrafo cree que existen buenas señales, en el sentido de que la cavidad abdominal de Pilar tiene líquido, y en el caso de que el tumor fuera maligno eso no se produciría. Me acaba de sacar de encima un peso que me aplastaba desde la visita a la consulta de Ch.... De repente me quedo mucho más tranquilo, con la convicción de que un médico no diría nada de lo que no estuviera completamente seguro. Así que lo de Pilar, seguramente no es nada. Me dan ganas de gritar.

Nos dice también G... que en la radiografía se puede ver que la uretra derecha está comprimida por el bulto o los bultos (en estos momentos no se sabía que fueran dos), y que lo mejor es colocar un doble J calvorota para que el riñón pueda drenar bien. Hasta en eso nos vamos a parecer. Yo todavía guardo con veneración en una lata de té inglés el que me colocaron allá por el 2004.

A la vista de los informes y las pruebas que le han hecho a Pilar, G... ha decidido que va a operarla el próximo miércoles, día 14 de Marzo. Nos cuenta entonces que en la Paloma opera los lunes y los miércoles, los martes pasa consulta aquí o en el Nuevo Parque y los jueves está aquí todo el día. Se despide de nosotros dándonos ánimos. Con la noticia del líquido en el abdomen nos ha dado algo más que ánimos. Me dan ganas de abrazarle, pero tampoco es cuestión de andar dando el espectáculo tan al principio.

Bien. La situación se presenta menos cruda de lo que parecía hace dos días. Una semana esperando la puntilla, otra semana de recuperación, y a casa. Nada que no se pueda sobrellevar con alegría. Las cosas en Murcia están más o menos tranquilas. De momento no parece imprescindible que me tenga que desplazar al trabajo, y mi lugar está aquí, al lado de mi mujercita. Me quedaré aquí a costa de los días de vacaciones del año pasado y de este. Vuelvo a respirar. Además, para terminar de culminar la buena estrella de este día, he conseguido aparcar el coche en una zona en la que no hay que pagar. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?.

Esa noche vemos la televisión un rato, paseamos por el pasillo y nos dormimos plácidamente. Por primera vez en estos dos días no me despierto por la noche con sobresaltos y sudores fríos. Eso sí: me despierto, como Dios manda, cuando Pilar me grita para que deje de roncar. Todo ha vuelto a su ser. Al menos de momento.

4 comentarios:

TdeL dijo...

¡Hola!
Felixón, Pilar, teneis toda mi admiración y comprensión.
No me veo yo capaz de relatar un acontecimiento como este con la serenidad con que lo haceis vosotros. Y al tiempo pienso que la serenidad es el mejor remedio contra las adversidades. Me ofreceis todo un ejemplo de comportamiento humano.
Lo que si que soy capaz de entender y comprender es que nuestra mente elabore en esos momentos difíciles construcciones a las que no nos acostumbrariamos en otros. Me refiero a detalles como observar el babi que llevan unos niños vistos desde una ventana y compararlos con los que uno usaba de pequeño; o intentar entender porqué se ven yogures en una ventana; cosas así, como las que cuentas. Nuestra mente elabora importancias a detalles como esos cuando es sobrepasada por sentimientos tan fuertes como los que debisteis tener en esos momentos. Otro ejemplo para mi.
No se como describiría yo algo así. Mi padre sufrió un cancer del que se recuperó y al leeros y tratar de recordar sus días de hospital no acuden a mi mente los hechos, sino los sentimientos, las incertidumbres, los pesares, los miedos, las medias palabras, los llantos, las esperanzas....Creo que para escribir como tu lo haces, hace falta algo más que "memoria" y tu lo tienes Felixón. Lo que admiro por encima de todo es que Pilar te acompañe en esta aventura de contarlo. ¡¡¡Tienes una mujer muy fuerte a tu lado Felixón!!! ¡¡¡Mi más sincera enhorabuena!!!

Aunque no ponga mi comentario en cada entrada, sabed que os leo.

Besos.AlmaLeonor

Anónimo dijo...

Muchas veces he pensado en lo que planteas, y creo que tienes razón en todos los sentidos. Ante una situación así, a mi modo de ver, ocurren dos cosas: por un lado, te fijas en detalles que en otro momento te pasarían desapercibidos. ¿Porqué?. Supongo que como un mecanismo del cerebro para no acabar desquiciado dándole vueltas a un suceso triste y estresante. Por otro lado, también pienso que todo lo que te ocurra o te rodee en un momento así, se fija en tu memoria para siempre. Eso es lo que ocurrió durante esos primeros días, en los que estaba metido en una nebulosa de incertidumbre que habría terminado volviéndome loco de no haber mantenido esas pequeñas válvulas de escape. También es un factor importante el aburrimiento, no cabe duda. La vida en una clínica es tan monótona y rutinaria, que cualquier cosa, por muy insulsa e inocente que parezca, se puede convertir en todo un acontecimiento.

En fin, amiga Alma, que aunque te parezca mentira, recuerdo con más nitidez aquellos días, aunque haya pasado más de un año, que los sucesivos ingresos para quimioterapia o la segunda operación, que a pesar de haberse producido más recientemente, han dejado menos huella porque ya estábamos metidos en la rutina, en la rueda de la enfermedad.

Una sensación extraña. que supongo que tu también habrás vivido con tu padre. Me alegro profundamente de que se recuperara de su cáncer.

Por otro lado, comentarte que Pilar ni siquiera sospechaba la posible malignidad de lo que tenía, y no era cuestión de hablarla de ello. Para mi era vital que se operara con tranquilidad, como así sucedió, así que los sentimientos...Pues me los tragaba, sencillamente. Siempre he sido muy buen actor. Prefiero no describirte mis despertares cuando CH... me dijo lo que podía ser, y después, cuando ya sabía que lo era. Y para colmo, yo trabajaba en Murcia y tenía que pasar toda la semana fuera, así que, imagínate, los sentimientos. Pero en fin, no quiero adelantar nada, ya llegará el capítulo correspondiente.

Un besote, guapa, y gracias por leernos.

Gatadeangora dijo...

Hola Felix,soy Manoli de la página de la AECC.Es digna de admiración vuestra entereza y fuerza de ánimo.Yo tambien pasé hace ahora cinco años por un cancer de mama.Voy a revisión todos los años.Ahora soy voluntaia de la AECC,y voy al hospital a hacer compañia a enfermos de cancer.
Tambien tengo un blog,si quereis pasar por el sois bienvenidos.Muchos besos y espero seguir en contacto.
La dirección del blog es. http://gatadangora-soy.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Gatadeangora, es un privilegio que visites nuestro blog, y que además te haya gustado. Es muy importante para nosotros el apoyo de personas que, como tu, han pasado por un trance muy parecido y lo han superado. Nosotros estamos todavía luchando a capa y espada, pero seguro que cuando todo esto acabe, que espero que sea pronto, seremos capaces de verlo como una mala racha pasajera.

Ten por seguro que vamos a visitar tu blog, y que dejaremos algún comentario en el mismo.

Gracias por tus palabras.