martes, 8 de julio de 2008

Buenos días, tristeza


El lunes 19 de marzo de 2007 se ha convertido por méritos propios en uno de los más tristes de toda mi vida. Bajé a desayunar temprano, y cuando llegó mi suegro, me inventé una excusa absurda (que me habían llamado del Colegio de Aparejadores, creo recordar) para acudir a la cita con Ch... La naturaleza de la excusa no podía estar relacionada con el trabajo, ya que mi puesto por aquellas fechas estaba en Murcia, y de haber insinuado algo al respecto, Pilar habría sospechado.

Como en la anterior ocasión en que visité a Ch..., poco antes de venir a la Paloma, me sorprendió aquella multitud de mujeres embarazadas en la sala de espera. No podía pensar en otra cosa que en el contraste que suponía la vida que aquellas personas albergaban en su interior, en comparación con el oscuro tumor que se alojaba en Pilar. Sus caras más o menos serias me resultaban chocantes. Deberían estar dando saltos de alegría.

En esta ocasión, la enfermera no me coló. Tuve que esperar pacientemente el desfile de embarazadas, hasta que me llegó el turno. Ch...me hizo sentarme y me enseñó el informe. Fue la primera vez que me explicaron la naturaleza de los tumores que le había extirpado G... a mi mujer. Se trataba de un leiomiosarcoma, uno de los tumores más extraños que se pueden dar en una persona. Ch... dibujó el mismo círculo que otros muchos dibujarían después. El círculo representaba la gran familia de los sarcomas. Dentro del círculo, dibujó otro círculo mucho más pequeño, y me dijo que ese otro círculo representaba el porcentaje de los leiomiosarcomas que se daban dentro de la gran familia de los sarcomas. Es un tipo de tumor que crece muy rapidamente, pero que al menos tiene la propiedad de que no se expande mucho, y si crece encapsulado, se puede extirpar sin ninguna consecuencia.

El proceso, me dijo Ch..., era el de visitar al oncólogo cuando Pilar se recuperara de la operación. Le pregunté si conocía alguno y me dijo que sí, que a varios, que ya me daría nombres cuando fuéramos a visitarlos. Insistió varias veces en que le entregara el informe a G..., y me entregó una copia para mi. Antes de salir de la consulta, me dijo que no se podía explicar que a Pilar no le molestaran los bultos. Porque no sé si dije en la entrada correspondiente que G... le extirpó a Pilar el día de la operación dos bultos, uno como una pelota de tenis y el otro bastante más grande.

Como iba diciendo, Ch... me dijo que le extrañaba mucho que a Pilar no le doliera, que había notado algo extraño en la última revisión y que la había emplazado para una ecografía a la semana siguiente. Algo que, dada la urgencia de la operación, no se produjo. Lo mismo que me había dicho en la visita anterior.

Nunca se me olvidará la salida de la consulta de Ch... aquel frío lunes del mes de marzo. Cuando ya estaba de pie, me volví y le dije: “¿tiene solución, verdad?”. El estaba sentado a la mesa, con los codos apoyados en el tablero. Me miró a los ojos y me dijo “por supuesto”. Jamás me habría imaginado, y menos en aquel momento, que aquella iba a ser la última vez que viera al buen doctor Ch..., el ginecólogo que trajo al mundo a mi hijo y operó a Pilar de un mioma benigno allá por el año 2003. Apenas tres meses más tarde, en Julio o en Agosto de 2007, Ch... murió de una enfermedad que venía arrastrando desde bastante tiempo atrás. Descanse en paz, mi buen doctor.

Volví a la Paloma como alma que lleva el diablo. Resulta cuando menos curiosa la ansiedad que sentí durante aquellos días. Cada vez que salía de la clínica, estaba deseando volver. Me imaginaba a Pilar desamparada, aburrida, esperándome. Una auténtica chorrada, porque la mayoría de las veces, cuando entraba en la habitación, estaba de cháchara con las enfermeras, con parientes, con amigos o con el bueno de G..., que a veces nos visitaba hasta un par de veces al día. Antes de subir, dejé el informe en la casilla de G..., en recepción, con una nota en la que le explicaba que, si decidía decirle algo a Pilar sobre el asunto, se asegurara de que hubiera nadie en la habitación, ni amigos ni familiares, y mucho menos sus padres o los míos. No era muy probable que G... leyera el informe el lunes, porque solía operar también ese día, aunque la enfermera me dijo que a veces se pasaba por allí a recoger la correspondencia.

Así pues, subí a la habitación, y el resto del lunes transcurrió como casi todos los demás días, con visitas esporádicas a niños mundi, con paseos por los pasillos con la bolsa de la orina y el suero colgadas (la del drenaje de la herida ya se la habían retirado), y con críticas por parte de Pilar hacia esas jóvenes y no tan jóvenes que se sometían voluntariamente a una operación de estética en la cara (La Paloma es una clínica especializada también en ese tipo de operaciones), que se cruzaban con nosotros con la cara morada, un aparatoso vendaje colocado en la nariz, y un novio o marido colgado del brazo, y resignado a los deseos de su parienta. “A buenas horas me iba a meter yo en un quirófano por un capricho”. Resulta imposible hacerle ver a Pilar que existen personas para las cuales lo más importante es su aspecto exterior, su “cáscara”, como ella dice, y que pueden llegar a acomplejarse por algún defecto físico fácilmente operable. Y resulta imposible porque, tanto para Pilar como para mi, lo importante es lo de dentro. Lo demás, simplemente, es accesorio. También puede ser que pensemos así porque no somos precisamente unos top models. Si acaso, “tronch” models, sobre todo yo, pero esa, amigos, es otra historia.

El martes transcurre con la misma tranquilidad que el lunes, con la diferencia de que la enfermera de mañana nos dice que es muy probable que G... nos de el alta. La recuperación de Pilar ha sido meteórica, y ya come bastante bien, aunque no tanto como antes de la operación. Basta que la enfermera le diga eso, para que Pilar se ponga a hacer planes y a organizar la vuelta al hogar. Que si llévate esa ropa, que si tráeme esto, que si tráeme aquello, que si acércate a la farmacia a comprar compresas... Después de operarla, G... nos dijo que iba a seguir manchando durante una temporada, porque uno de los tumores había provocado una herida que era que la que sangraría todavía, si bien con bastante menos intensidad que cuando vino por primera vez a la clínica. No hace falta que salga a comprar compresas. En un alarde de generosidad, la enfermera a la que apodamos “La Reme” por su ligero parecido con una prima de Pilar, aparece en la habitación con una bolsa entera.

Cuando viene G..., no comenta nada del informe que le había dejado en recepción. Tampoco le pregunto, porque supongo que todavía no lo ha recogido. De buenas a primeras, le dice a Pilar “hala, vístete, y a casa”. En mi cortas luces, supongo que no le ha dicho nada porque estaba mi suegro delante, así que, en un alarde de audacia, salgo al pasillo y le intercepto antes de que suba al ascensor.

- ¿Ha recogido el informe de Ch... que le dejé ayer en su casillero? -todavía no tengo la suficiente confianza como para tutearle-.

- Si, pero no me vale. Prefiero esperar al análisis que haga mi laboratorio. Una muestra recogida en urgencias, de mala manera, en medio de una hemorragia, con medios que pueden no ser los adecuados, tampoco es que sea muy fiable. Este Ch... es un alarmista. Cuando tenga mi informe ya veremos.

Me dice eso mientras se aleja por el pasillo. Sin comerlo ni beberlo, este hombre acaba de darme otro atisbo de esperanza. Vuelvo a la habitación, recogemos los trastos en un santiamén, pagamos el alquiler de la televisión y salimos a la calle. Pilar emite un suspiro de satisfacción cuando siente el aire fresco sobre la cara.

Parece que la vida nos vuelve a sonreír.

8 comentarios:

Anita dijo...

Encantada he leido esta última entrega de amor y generosidad admirables.Espero la próxima. Besos a los dos.

Víctor Hugo Escalante Razo dijo...

Hola, amigo mío. Tu entrada me deja con el corazón hecho un lío. No es agradable saber cómo se iniciaron tú y Pilar en la montaña rusa de sensaciones. Y también es triste saber cómo perdieron a Ch... Entiendo muy bien el título de tu entrada. ¿No has pensado en cambiar la música del blog, y que Tom Waits te acompañe?

Anónimo dijo...

Pues tienes razón, amigo. Tom Waits resultaría más adecuado, con esa voz aguardentosa que tanto me gusta, pero el blog está dedicado a Pilar, y la canción que lo preside era una de sus preferidas durante nuestros años de noviazgo, así que, nobleza obliga. Me gusta esa frase tuya, "montaña rusa de sensaciones". Diste en el clavo, como siempre.

Besos también para ti, anita, y muchas gracias por tu comentario.

Charo Bolivar dijo...

Felix, cada vez que te leo me pongo enferma, sin embargo espero saber toda la singladura. Pasar por todo esto debe ser un calvario, ojala ni Pilar ni nadie tuviera que conocerlo.

Un beso para los dos y mucho ánimo para enfrentarse a todo.

Ah! esta canción me encantaba a mí también, me compré el vinilo y aún lo conservo.

Anónimo dijo...

HOla Felix, al leer el blog no he podido dejar de escribir para mandarte todo mi ánimo y que transmitas a tu mujer toda la energia y todo el amor que se necesita en estos caso. A mi me diagnosticaron sarcorma en la mama el 18 de Marzo y he decidido optar por el lado optimista y hacer un esfuerzo, así que el 19 me fuí con toda mi familia a terra Mítica... no ganaba nada quedandome en el sofá lamentandome y preguntandome que porque a mí. Así que mucho ánimo y un caporte bien grande para que no te pille este toro.
Besos y mucha fuerza.

Anónimo dijo...

Charo, gracias por tus palabras, porque tu también estás pasando lo tuyo, y lo sobrellevas con una energía y una fuerza dignas de admiración. Tienes razón, ojalá que nadie tuviera que pasar por esto, pero así son las cosas y así hay que afrontarlas, así que en ello estamos.
Ja, ja, ja, querida amiga anónima. No he podido evitar sonreir cuando he leído que al día siguiente de darte esa noticia te cogiste los bártulos y te marchaste a Terra Mítica. Sí señora, con un par de pelotas. Así es como hay que tomarse estas cosas, y olvidarse de ellas en cuanto se nos presenta la ocasión. Espero que todo te vaya de puta madre, y que para celebrar tu restablecimiento completo te vayas a Port Aventura o a Eurodisney, que la ocasión lo merecerá, ya verás. Gracias por tus buenos deseos, y recojo ese capote que me mandas.

Anónimo dijo...

Como soy una novata en esto de los mensajes no se publicar mis datos, me llamo Lola, hoy he terminado mi 12ª sesion de quimio y última, ahora voy a por la radio.....terapia mucho anímo....si tu te hundes se hunde el barco...y nosotros tenemos mucho que navegar todavía.

FELIX JAIME dijo...

!!Madre mía!!!. !12 sesiones de quimio!. Eres toda una campeona. Espero que no te hayan supuesto muchos más quebraderos de cabeza que lo de perder el pelo y poco más. Pilar pasaba un par de días malos, pero luego se recuperaba totalmente. La radio, nada de nada, ni dolor, ni diarreas, ni nada de eso. Todo lo contrario. Llegamos a formar una peña entre los que esperábamos, contando chistes, chascarrillos...historietas que ya contaré en el blog cuando llegue el momento.

Amiga Lola, estos barcos no se hunden. Hay que seguir navegando y, lo que es más importante, enseñar a otros a navegar, y en esa materia andais sobradas Pilar y tu. Un beso muy fuerte, y adelante con la radio, que ya verás como no es nada si la comparamos con la quimio.