lunes, 21 de julio de 2008

El fantasma del doble J


El lunes 9 de Abril de 2007 todo vuelve a la normalidad. Finaliza la Semana Santa para casi toda España menos para Murcia (es una suerte. Llevo varios años disfrutando de los dos días suplementarios de vacaciones que se otorgan debido a la festividad del Bando de la Huerta, que se celebra en Murcia después de la Semana Santa), los médicos vuelven a sus consultas y los visitantes a visitar a sus familiares enfermos, que para eso están.

A veces pienso que las series televisivas que hablan de médicos están mal enfocadas. Personajes como House, el mítico y anticuado Marcus Welby, todos los doctores de Hospital Central, la reptilesca protagonista de “Anatomía de Grey” (¿no os parece que siempre sale con cara de lagarto, como de asco?), que tantas vocaciones han causado a lo largo de la historia de la televisión, acaban cansando, y creo que es por una razón: las series no deberían contar la historia de los médicos, sino la de sus pacientes, y me explico: todos conocemos de sobra las paranoias de House, sus extrañas relaciones con su jefa y con sus subordinados, sus miedos, sus fobias, sus manías, pero desconocemos absolutamente los sentimientos de los pacientes a los que trata en cada capítulo. Los pacientes son tratados en estas series como meros vehículos para el lucimiento de las habilidades de los protagonistas. Creo que alguien se forraría si mostrara a los pacientes como personas, como los protagonistas de la película, que es lo que son en el fondo. O al menos para mi lo era Pilar, por encima de cualquier otra consideración, aquel lunes en el que el bueno de G... regresó al mundo de los vivos y se la llevó para hacerle una radiografía, al objeto de comprobar si el tubo doble J era el causante de la infección.

Ni que decir tiene que, para aquel entonces, Pilar ya estaba casi perfectamente. Es otra de las cosas que nos sucedían en aquella época. Ante la presencia de G..., Pilar siempre se encontraba mejor que cuando no estaba delante el doctor, como una especie de jugarreta del destino, que hacía que mejorara, movida tal vez, inconscientemente, por el respeto a las batas.

El caso es que le hacen la radiografía... y el amigo doble J no se ve. Ni bien, ni mal, ni desplazado, ni en su sitio. Simplemente, no está, y punto. G... habla con el urólogo, viene a vernos a la habitación, y ligeramente cortado, nos dice que lo siente mucho, pero que el urólogo jamás colocó el doble J en la uretra de Pilar. Tócate los huevos. Al parecer, la vio tan inflamada por la presión a la que la estaba sometiendo el peloto que le quitó G..., que no se atrevió, y cuando G... retiró el peloto, la uretra volvió a la normalidad. Cosas que pasan. Por la cabeza se me pasa la peregrina idea de salir corriendo de allí, pero después comprendo la urgencia con la que se desarrolló la operación, y que se diera ese pequeño fallo. El caso es que estábamos convencidos de que la infección, que ya no existe, se debía al doble J, y resultó ser que no era así, ya que el doble J, simplemente, no existía.

El martes, mientras desayuno, G... entra en la cafetería, y me confirma el diagnóstico de leiomiosarcoma para el bulto que extrajo a Pilar. Como le extrañaba lo que había dicho Ch..., había querido asegurarse, y de ahí la tardanza en el análisis y posterior informe. Se confirma pues que se trataba de un cáncer maligno, pero también me dice que el lo quitó prácticamente en su totalidad, y que es muy posible, por no decir casi seguro, que no quede nada en el interior de Pilar. Como siempre, el bueno de G... trataba de abrir una puerta a la esperanza. Me habla por primera vez del doctor S..., el oncólogo que pasa consulta en la Paloma, y me dice que es toda una eminencia en la materia. Se muestra extrañado de que Pilar siga manchando, y me dice que el miércoles va a hacerle otra limpieza de bajos. Esa misma tarde vuelvo a Murcia, a trabajar miércoles, jueves y viernes. Aprovecho para confirmarle a JLM el diagnóstico definitivo, para que se vaya moviendo para mi traslado a Madrid, y el mismo viernes regreso de nuevo a la capital.

El viernes por la tarde, Pilar se encuentra perfectamente. Ha venido a visitarla una prima suya, y entre las dos están intentando desentrañar el misterio de una extraña faja que una enfermera le ha traído a Pilar para que se la ponga. Es de color marrón, viene envuelta en plástico, tiene agujeros por todas partes, y unas instrucciones de uso parecidas a las de un lavaplatos de última generación. Recuerdo a Pilar sentada al borde de la cama, con un brazo metido por uno de los agujeros, y sin saber que hacer con los otros tres. Recuerdo a la prima, con las gafas puestas, intentando comprender el batiburrillo que tenía delante, y recuerdo, sobre todo, el papel que había firmado Pilar, que estaba ahí, en la mesilla, esperando a que lo recogiera la enfermera. Cuando me da por leer el papel, le pregunto a Pilar “¿pero es que tú te llamas Dolores Peña?”. Me mira con cara de jueves, con la faja a medio poner, y me dice. “Anda, pues no. Es que la enfermera me ha enseñado esa firma, y como se parece tanto a la mía, no he caído”. Miro la firma, y desde luego se parece a la de Pilar como un huevo a una castaña. Corro al control, y le informo del error, más que nada porque me imagino a la pobre Dolores esperando su faja. La enfermera, una chica joven, viene y nos dice que se ha equivocado, que se trata de una faja para una liposucción, que perdonemos, que es nueva, que patatín, que patatán, y cuando viene la enfermera jefe se descojona de la risa, como todos nosotros. “¿Pero tú no te dabas cuenta de que la faja te quedaba como una tienda de camping?”, le pregunta la enfermera jefe a Pilar. Pilar no podía responder de la risa que le entró.

El caso es que el sábado le dan el alta a la buena de Pilar, y quedamos con G... en que el martes siguiente pasamos consulta y que después la verá el doctor S..., un internista amigo suyo. Al despedirnos de las enfermeras, Pilar les dice que el martes la va a ver también S...Las enfermeras saben perfectamente que S... es el oncólogo de la Paloma, pero son tan discretas que no dicen nada. Unicamente L..., la enfermera jefe de la mañana, me mira con cierta preocupación. En un aparte, G... me dice que ya ha hablado con S... para que sea discreto y para que envuelva en azúcar la noticia que le tiene que dar a Pilar, y que no me preocupe, que S es un médico muy humano y muy profesional, y que sabrá enfocarle el tema a Pilar perfectamente. Así que no me preocupo, y mientras vuelvo a Murcia, el domingo por la noche, le cuento a mi buen amigo J... toda la película. Me escucha sin decir ni esta boca es mía, por lo que intuyo que L..., su mujer, está escuchando la conversación. No existe peligro de que Pilar se entere, ya que faltan solo dos días para que se lo diga el oncólogo, y no es probable que vea a L... el lunes. Pilar es clarividente, pero solo si te mira a la cara, y L... es incapaz de disimular en vivo, pero sí por teléfono, así que intuyo que mi trabajoso voto de silencio está llegando a su fin.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que me he reido con la faja para la liposuccionada Dolores Peña. ¡Los recuerdos que me ha traído a la cabeza! porque a mí me pasó algo peor. Al día siguiente de operarme de apendicitis (hace como 24 años)tempranito, tanto que aún no se había levantado mi marido y estábamos aún adormilados los dos. Se abre la puerta de la habitación y entra un sacerdote con la Hostia en la mano dirigiéndose hacia mí y diciendo unas palabras ininteligibles.
Le voy a decir que yo no había pedido la Comunión y en eso que al abrir la boca p'a dentro la Hostia. A todo esto la monjita que le acompañaba detrás diciéndole -no Padre que es la habitación de al lado.
Esperando biopsia de la apendicitis y parte del ovario que me habían quitado, me entraron los 7 males. Mi pobre "santo" sudó la gota gorda para hacerme creer que ni me estaba muriendo, que el médico "por detrás" no le había dicho nada y aún menos que tuviera algo malo. Y que aquello no era la Extremaución que él hubiera pedido.
Cada vez que lo recordamos "nos tronchamos" de la risa pero entonces... casi me da algo.
Lo peor es que esta primavera, después de tantos años,fui yo sola al mismo Sanatorio a hacerme una densitometría ósea (para esa prueba pués no era necesario que me acompañaran) y me nombran con nombre y apellido como es lógico y digo yo -sí soy yo, pero mi apellido no es así y se lo deletreo. Se hace el silencio, paso a la sala de la prueba, sin mediar más palabras entre nosotras, como me indicó con el dedo y de repente la enfermera dice mirando al aparato de la prueba - con diálisis. Me salió un -Leche, ¿es que tengo más cosas para que me tengais que dializar para hacer la prueba?. Y la susodicha y estirada señorita dice:- con diálisis el apellido.¡Qué alivio! que al que tenían que dializar era a mi apellido y no a mí. Eso sí que fue quitarme un peso de encima jajaja.Sin comentarios.
Moraleja: antes de volver al citado Sanatorio, me haré un buen seguro de vida por si acaso se les ocurre en vez de una biopsia hacerme una "autopsia".
Un besito para Pilar y otro para tí.

Anónimo dijo...

Joder, anita, no me extraña que casi te diera algo. Menudo despertar, y más estando convaleciente de una operación. Lo que más gracias me hace es lo que que te ibas a quejar y plaf: para adentro la hostia. Me imagino al pobre cura, con la velocidad del rayo, para evitar llegar tarde, supongo. Muy bueno también lo de tu marido tratando de explicarte que no, que era un error. Pobrecillo, también las debió de pasar canutas.

No acabo de pillar lo de la diálisis al apellido, pero bueno, supongo que será una nueva técnica médica que se me escapa. Ja, ja, ja. Yo que tu, más que un buen seguro de vida, me hacía un cambio de hospital, por si las moscas, porque está visto que en ese te quieren eliminar a base de sustos.

Un saludo, y gracias por asomarte.

Anónimo dijo...

Lo de la diéresis te lo cuento. Mi apellido lleva ü dierésis o dos puntitos encíma de la u para que se pronuncie. Pués la muy bruta de la enfermera había oído campanas y no sabía donde. Confundió diéresis con diálisis, claro teniendo en cuenta que será de ciencias puras.... jejeje.
No afortunadamente mi hospital de referencia es otro. Allí fuí solamente a hacerme esta prueba porque mi seguro no lo contemplaba en el otro. Pero de verdad desde la famosa "HOSTIA" no había vuelto, así que tranquilo jajaja.
Besos.